SALA 4. LA APERTURA AL MUNDO ANTIGUO

   
 

LAS CALZADAS ROMANAS

La red viaria constituye uno de los legados más interesantes del mundo romano. Era fundamental para la vertebración del vasto territorio que comprendía el imperio romano y su utilidad fue múltiple: facilitaba la circulación de mercancías y fue fundamental para el desarrollo de una amplia red comercial que interrelacionaba todas las regiones del imperio. Además por ella transitaba el correo estatal o cursus publicus.

¿QUÉ VEHÍCULOS TRANSITABAN POR LAS VÍAS?

Para el transporte de mercancías se empleaban carros grandes y fuertes de cuatro ruedas, tirados por, al menos, dos parejas de bueyes enyugados. Para cargas ligeras o de peso medio se utilizaban la raeda y el carpentum, mientras que para cargas más pesadas, la clabula y el claustro.

La biga, o carro tirado por dos caballos, era el vehículo habitual para el transporte de un único viajero, aunque algunos de ellos podían transportar varios, a  modo de diligencias. Para todos estos vehículos, la superficie de rodadura debía ser la adecuada. Además, al carecer de herradura, los caballos necesitaban un firme cuidado. Trigas y cuadrigas eran menos frecuentes y más propias para las carreras del circo romano.

LA CONSTRUCCIÓN

La construcción de las calzadas requería de un trabajo previo de deforestación y allanamiento del terreno. A continuación se demarcaba la amplitud de la vía por medio de líneas de piedras a modo de bordillos paralelos. Las calzadas romanas poseían generalmente varios estratos:

    Statumen: Era el estrato más bajo. Estaba construido a base de grandes piedras, confiriéndole la capacidad de soporte a la vía.

    Rudus y nucleus: Estas dos capas, se situaban sobre el statutem y estaban formadas por gravas y arenas, que facilitaban la filtración de aguas pluviales.

    Summum dorsum o summa cresta: La capa de rodadura estaba formada por materiales de grano fino compactados, para dar velocidad a carros y caballos, que además circulaban sin herrar. A medida que las vías se aproximaban a las poblaciones, la capa de rodadura se transformaba en grandes losas de piedra.

El grosor de los materiales disminuía cuanta más proximidad a la superficie. La calzada tendía a sobreelevarse en su zona central. Inclinándose hacia los laterales, para facilitar el desagüe. Durante el imperio los curatores viarum eran encargados del mantenimiento de las calzadas romanas.

Las calzadas pueden diferenciarse básicamente en tres categorías:

Viae publicae: Son las principales rutas de comunicación del imperio. Eran las más elaboradas y amplias, con entre 6 y 12 metros. A ella pertenece la Vía de la Plata.

  • Viae vicinales: Eran de carácter comarcal y permitían la conexión entre asentamientos dentro de un entorno geográfico próximo. Eran menos elaboradas y más estrechas, con entre 4 y 6 metros.
  • Viae privatae: Servían de acceso a propiedades privadas como  las villas. Tenían poca elaboración y su anchura era restringida.

LA GROMA Fíjese en este artilugio. Se trata de una especia de pértiga rematada por un pivote, coronado a su vez por dos travesaños de los que penden unas plomadas. Se trata de la groma, un sistema de trazado y orientación, que junto con el corobate, utilizado para nivelar, constituían las herramientas básicas en la construcción de las vías.

EL ITINERARIO DE ANTONINO El itinerario de Antonino, una especie de guía de carreteras oara unos militares elaborado hacia el siglo III d.C., nombra a Perceiana como una mansio de la vía Itera b ostio fluminis Anae Emeritam usque, que conducía desde Italica hasta Augusta Emerita, que junto con la anterior forman la conocida Vía de la Plata. La distancia a la que aparece Perceiana en el Itinerario de Antonino coincide con el término municipal de Villafranca.

Perceiana era una mansio, es decir, una especie de posada financiada por el estado romano para el uso de oficiales y hombres de negocios a lo largo de sus viajes por el imperio. Con el tiempo estos alojamientos se acomodaron para todo tipo de viajeros.

 

LA INTERPRETACIÓN DEL PAISAJE

El paisaje aparece ahora muy antropizado. El bosque mediterráneo se reduce considerablemente ante la roturación del terreno para la implantación de cultivos de cereales, vides y olivos. La explotación de la tierra se organiza por medio de villae dispersas e interconectadas por caminos. La calzada de la Vía de la Plata discurre por este paisaje.

LA ARISTOCRACIA

La pars urbana de las villas se organizada en función de las pautas de comportamiento de la vida en la ciudad, con las comodidades y lujos propios de una residencia urbana. La parte noble de las villas se llenaba de objetos suntuosos como sigillatas, vidrios, esculturas, pinturas, mosaicos o balsamarios, como el hallado en Villafranca. Objetos como este último alude al ciudadano estético de las mujeres de esta categoría social, lo que nos habla de una forma de vida hedonista y refinada, características alejadas de la realidad de la vida rural. Las altas esferas del Estado, debieron estar vinculadas con la aristocracia de la zona, dato que confirma el hallazgo del Disco de Teodosio, pues se trata de un objeto vinculado directamente con el emperador.

BALSAMARIO

Observe este pequeño busto femenino datado en el siglo II d.C. Se trata de un balsamario, objeto en el que conservar los bálsamos y aceites perfumados. Es uno de los pocos ejemplos de piezas de este tipo con forma de busto femenino, ya que solían representarse figuras del cortejo báquico tales como ménades, sátiros, etc. En la actualidad se encuentra formando parte de los fondos del Museo Arqueológico Nacional.

La civilización romana tuvo sus centros políticos y culturales en las ciudades, pero su fuerza económica residía en el campo. La forma de explotación agrícola por excelencia en el mundo romano eran las villae, muy abundantes en el entorno de la actual localidad de Villafranca. Desde estos asentamientos dispersos por el campo se gestionaba la explotación del entorno circundante, consistente principalmente en cultivos de cereales, vides y olivos.

La villa constituye un microcosmos en el que se refleja la polaridad amo-esclavo, lo que también aparece reflejado en su estructura. La villa romana se divide básicamente en tres partes: Pars urbana, pars rústica y pars frumentaria.

PARS URBANA La pars urbana es la zona residencial del amo o posesor con todas las comodidades y lujos que comporta la vida en la ciudad. Contiene todas las dependencias que requiere una vivienda urbana, siendo habitual disponer de patio porticado, el peristilo, en la parte trasera. Posee dormitorios (cubicula), comedor (triclinium), cocina (culina), zona de recepción y trabajo (tabilinum), etc. Incluso puede disponer de sus propias termas y jardines (hortus).

PARS RUSTICA La pars rustica contenía todo lo necesario para albergar al villicus, el encargado de la gestión de la villa (aunque a veces se alojaba en la pars urbana), y a los esclavos, mano de obra empleada en dicha forma de explotación. En ella se alojaban también los animales de labor y se custodiaban los aperos de labranza y demás herramientas. Destacan en ella las habitaciones para alojar a los esclavos, el valetudinarium o enfermería de los esclavos, corrales para las gallinas y otras aves de corral, establos, almacén de aperos, fumarium o secadero de leña, etc.

PARS FRUMENTARIA La pars frumentaria comprendía la infraestructura necesaria para la elaboración de los productos agrícolas y su conservación, es decir, molinos de aceite, bodegas, graneros, etc.

LOS ESCLAVOS DE LAS VILLAE

El sistema esclavista, proporcionaba a los amos una elevada rentabilidad, fundamento de su estatus social. El esclavo carecía de personalidad jurídica y de bienes. No tenía derecho a matrimonio ni podía recurrir a los tribunales. El amo poseía la dominica potestas, es decir, el derecho a la potestad absoluta sobre los esclavos, aunque éste se fue atenuando con el tiempo.

La condición de esclavo era hereditaria y cesaba por manumisión. El comercio de esclavos era muy próspero y las ventas se realizaban por subastas. El número de esclavos era indicativo del estatus del amo. Eran muy abundantes en las explotaciones rústicas, donde estaban bajo el dominio del administrador o villicus. En las villas vivían en la pars rustica, en condiciones muy diferentes a los amos.

LA TEGULA DE VILLAFRANCA

La historia que narra la tegula nos habla de la miserable vida de los esclavos y particularmente de las esclavas, reducidas a la condición de objeto y sometidas a una intensa explotación laboral. La tegula fue hallada a finales del siglo XIX, durante las obras de acondicionamiento urbano de la Calle Santa Eulalia, conocida como El Villar. Está realizada en barro y contiene 12 líneas horizontales y 3 verticales, grabadas antes del secado de la pieza.

Mientras que las líneas horizontales relatan la historia que aconteció a una esclava en una villa, las verticales parecen tratar sobre la cotación de lindes del extenso latifundio. En la pieza destaca la alternancia tipológica entre la escritura uncial, la minúscula y la capital. Estas particularidades paleográficas ayudan a fijar la fecha de gestación de la pieza en torno al siglo III o IV d.C.

EL DISCO DE TEODOSIO

El disco: El disco, de plata de ley de 0.976 y un diámetro de 74 cm., representa al emperador Teodosio I (378-395 d.C), y a su corte de Constantinopla, donde fue realizado. Fue hallado el 25 de agosto de 1847 por un jornalero en una tierra denominada “Sancho”, en el término de Almendralejo, próximo al de Villafranca. Al disco lo acompañan dos tazas de plata.

¿Missorium o Clipeo?: Se ha interpretado como un missorium o mensorium, plato ceremonial característico de la Baja Antigüedad, aunque también como un clípeo, es decir, una pieza decorativa de forma circular. Lo más relevante es su valor como emblema político, pues eran regalos del emperador a sus más directos colaboradores.

El disco y las altas esferas del estado: La presencia del disco de Teodosio en la zona vincula a quienes vivían en ella con las altas esferas del Estado por su alto valor artístico y su relación con el emperador. Augusta Emerita se convirtió en la capital de la diócesis de Hispania, por lo que en la ciudad vivieron personajes vinculados con las máximas autoridades de la administración imperial. El disco de Teodosio pone de manifiesto que dichos personajes poseyeron dominios rústicos en el territorio emeritense, extendiendo su influencia cultural hacia dicho entorno.

El desmantelamiento del hábitat da lugar a un nuevo avance del bosque mediterráneo, que borra las huellas del antropizado paisaje de la antigüedad. Los restos de las villae asoman entre la vegetación silvestre. Moncovil aparece como una pequeña aldea en torno a la Plaza Vieja.

A partir del siglo XIV, el casco urbano de Villafranca aparece ya más desarrollado. El bosque mediterráneo se reduce a los extremos del término. El terrazgo agropecuario se organiza en círculos en torno a la población. El casco urbano aparece rodeado por el ejido y los cortinales, espacios polifuncionales donde pastan las piaras de cerdos, cabras, hay zonas cultivadas, etc. Al norte zonas boscosas se han limpiado de monte bajo dando lugar a las dehesas boyales del Hinojal y Villalgordo. En el resto dominan los cultivos de cereales. En los extremos del término se encuentran los baldíos, donde prevalece la vegetación silvestre dedicada a pasto.