SALA 11. VILLAFRANCA DE PUEBLO A CIUDAD |
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Villafranca de pueblo a ciudad
A finales del siglo XIX Villafranca ya no era pueblo. Su población aumentó de manera considerable. El ferrocarril contaba con una estación en la localidad y esbeltos fogones (chimenea) de ladrillo sobresalían del viejo caserío, indicando la existencia de modernas industrias. El comercio florecía y los talleres de bordados exportaban con éxito sus preciados productos. Nuevas barriadas surgieron sobre los antiguos cortinales. Sus calles, rectas y fangosas, estaban pobladas de pobres jornaleros.
En cambio, la vieja oligarquía dueña de la tierra, consolidada como elite dirigente, renovó el aspecto de sus viejas casa solariega, dando paso a suntuosas residencias burguesas. La cultura se convirtió para esta clase social, en un codiciado patrimonio, emblema de superioridad social. El título de ciudad que José Sánchez-Arjona y boza, hijo del Conde Álamo, obtuvo para Villafranca por Real Orden de Alfonso XII del 2 de enero de 1877, venía a certificar el asalto cualitativo que la población estaba experimentando en las últimas décadas de la centuria.